Te bloqueo (y hago mi mundo más pequeño)

La mejor metáfora sobre la blogosfera a mi juicio la emitía Rogelio Bernal hace más de 10 años: una inmensa sala llena de espejos, por lo que mires donde mires siempre ves a la misma gente, aunque parece que hay mucha. Y la sala parece mucho más grande de lo que es… Bien, hagamos extensiva esta provocadora imagen al conjunto de las redes sociales.

En efecto, generamos microuniversos rodeados de amigos virtuales y seguidores. Los algoritmos ya se encargan diligentemente de que veamos sólo a personas con las que interactuamos, o tenemos una mayor afinidad. Lo que decimos es aplaudido por nuestro entorno acomodado y eso nos provoca una placentera experiencia, con la palurda sensación de que el mundo nos mira y nos admira.

El caso es que últimamente hemos podido observar, al hilo de cualquier acontecimiento, que hay usuarios que deciden “bloquear” o eliminar contactos y seguidores que hayan tenido una respuesta que no cuadra con su esquema de valores. Así, expresiones como “hoy he borrado a 4 fachas de mi lista de amigos” o “¿comentario machista? Pum! Bloqueado”, se han generalizado, expresando limpiezas deontológicas en las redes sociales. Estas razzias son efectivas para homogeneizar aún más el espectro de personas con las que nos relacionamos y el tipo de opiniones que leemos. Proporcionan pues un doble placer: todo es más acorde con nuestra manera de pensar (el mundo y yo estamos de acuerdo) y… de manera más perversa, permite ejercer el poder… sí, el poder de borrar del mundo, en este caso de nuestro mundo virtual, aquello que nos parece malo y deleznable. Onán y Narciso se dan la mano. Siendo así las cosas no extraña demasiado cuando el personal abducido por el poder hipnótico de las redes se despierta una mañana con un acontecimiento o resultado electoral, que va en contra de lo que “su” espacio de relación virtual parece que dicta. Disrupción en el paisaje prefabricado. Estupefacción. Una mirada perdida, teléfono en mano. El abismo existencial que tienen todos los despertares.

Porque aquí viene la mala noticia para los maniqueos: el mundo sigue siendo como es, y las redes sociales reflejo de ese mundo. Siempre habrá una vía de agua que nos enturbie el panorama acolchado que nos hemos querido fabricar. Y lo más increíble: es mejor y mucho más interesante así. La vida es maravillosa con sus trampas y sus desgracias, así como el mundo es mucho más incentivador con buenos y malos (porque ni unos son tan buenos ni los otros tan malos), con fachas y pringaos… No sólo porque así ves lo que piensa “el enemigo”, sino porque en ocasiones otra manera de ver las cosas, otro enfoque, te arrea un toque en mitad de la mollera que abre sendas y perspectivas inauditas. La diversidad tiene un empuje transformador.

Los que hemos tenido la suerte de pasar por instancias socializadoras que te obligan a relacionarte con gente diversa, con la cual no hubieses coincidido seguramente en la vida, nos hemos podido enriquecer con relaciones insospechadas y encuentros improbables.  Compañeros de trabajo, madres y padres de la escuela de nuestros hijos, por ejemplo, con los que a priori tienes poco en común, pero que acaban siendo amigos de esos escasos y atorrantes, a los que cantaba Serrat.  Entornos heterogéneos que evolucionan al margen de nuestra miope voluntad, que nos dibujan nuevos matices, que nos alimentan el alma.

Si hubiese borrado de mi agenda a todo aquél que ha hecho un comentario inapropiado, me hubiese perdido fecundas lecciones de historia, visiones poéticas del mundo, laberintos iniciáticos, consejos profundos soltados sin ton ni son… Si hubiese hecho mi mundo más pequeño, podría no haberte conocido a ti, sí a ti, y habría sido una lástima…

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