Ciudades de oportunidades

Perderse un momento en el horizonte es bueno. Poder llevar la vista donde se unen el cielo y la tierra te da una idea de tu ínfimo tamaño y también de lo lejos que se puede llegar. Aposenta y sitúa los días, permite alzar la mirada para no ofuscarnos entre los surcos del panot, los alcorques, los bordillos y los baches de la metrópolis. Los edificios de nuestras urbes a menudo nos hurtan la posibilidad de mirar más allá de unos metros. Y la vista se acostumbra a las cortas distancias, a los micromundos, a espacios cúbicos entre cubos.

El horizonte es un lienzo en blanco para el alma, un elevado objeto de contemplación en el que recogerse cuando careces de mejores vistas. Las expectativas son importantes.

A nuestros jóvenes les debemos un relato. El que nos construyeron a nosotros lo hicieron trizas los neoliberales. Y ahí andamos todos, jugueteando con el nihilismo, entre la duda y la desorientación. Los valores calvinistas que cimentan el capitalismo, entre ellos el valor del esfuerzo, han resultado una pobre excusa de alienación, y conjugan mal con las incumplidas promesas de prosperidad del progreso.

Es hora de construir un relato desde las oportunidades. Tratemos a nuestros jóvenes de tú a tú. Mostrémosles confianza, y nos la devolverán en forma de creatividad. No sólo ellos necesitan que lo hagamos, todos saldremos ganando. Las ciudades deberían empezar a pensar en espacios para promocionar el talento, las diversas formas de inteligencia.

Estos Centros de Oportunidades promocionarían las posiciones emprendedoras en lo social, en lo cultural, en lo económico… Centros que utilicen a modo de levadura los proyectos colaborativos, el coworking, las iniciativas de economía social. Fábricas de ideas, espacios abiertos donde confluyan trabajo y aprendizaje, diversión e intercambio. Espacios atractivos también para que fluya y les influya el conocimiento y la experiencia senior. Centros para crear y recrearse, para cimentar una nueva ciudadanía comprometida, diversa. Los Centros de Oportunidades nos deben permitir trascender el arcaico concepto de equipamiento juvenil prestador de servicios, asistencial, o contenedor. La jugada requiere de una cierta audacia, pero el beneficio en forma de capital social puede ser extraordinario.O

Por un ciclo festivo más diverso, y más real

La semana pasada tuve el placer de participar en la tertulia organizada por la Associació Colomenca pel Diàleg Interreligiós, con las estimulantes ponencias de Jaume Aymar, Jorge Burdman e Ihssane Marroun, hablando de las principales celebraciones de las tres religiones del Libro, en la Biblioteca de Can Peixauet, en el Raval de Santa Coloma.

El Sr. Burdman, representante de la comunidad judía, hizo el mejor resumen del acto: misma forma de pensar, diferentes formas de expresar. La apelación a la unidad en la diversidad  fue una constante tanto en las intervenciones principales, como en el debate posterior. Mn. Aymar recordó que el primer milagro de Jesús acaeció en una fiesta, en el famoso episodio de las bodas de Caná. Por algo será. La fiesta ha sido siempre un elemento fundamental de la transmisión del mensaje y el rito religioso de generación en generación. La celebración siempre guarda una moraleja de misterio. Pero va más allá. La fiesta se intrinca en nuestras ontologías, en nuestra forma de ver, interpretar y relacionarnos con el mundo, en nuestros arquetipos y nuestras identidades.

Celebramos para evacuar malos humos, para canalizar instintos de violencia, para olvidar por un momento “que cada uno es cada cual” como dice la canción de Serrat. Celebramos juntos también como un recordatorio de que un día nos podemos poner todos de acuerdo para hacer algo, al tiempo válvula de escape y ensayo de revoluciones. La danza de Eros y Tánatos.

Las instituciones deben ser muy hábiles en los tiempos que corren. Se superponen diversas fórmulas de celebración, religiosas o paganas, y bueno será que vayamos permeabilizando el concepto cerrado y aparentemente estático de “ciclo festivo”. En cada ciudad paulatinamente se deberán incluir los diversos Años Nuevos (chino, bengalí….), así como las principales celebraciones religiosas de la pluralidad de confesiones que conviven en nuestros barrios. Esto es tan cierto como que nuestras escuelas deberán incorporar menús halal, vegetarianos, kosher… O que las poblaciones contarán con grandes y pequeñas mezquitas, gurudwaras, sinagogas… De la inteligencia, equidad y proporcionalidad con que se gestione esta realidad dependerá si nos encontraremos con elementos de concordia y relación positiva, o nuevos argumentos segregadores. Tan fatal resultará el inmovilismo como el buenismo equiparador.

Los nacionalismos tienden a la homogeneización, son reduccionistas y discriminan qué mitologías son aceptadas en la creación de identidad compartida, y las que son excluidas. Tan falsa es la Reconquista como todos los mitos del nacionalismo catalán generados entre la Renaixença y el Noucentisme. Frente a la lucha de exclusiones, de nuevo los planteamientos inclusivos deben partir de los municipios. Los centros de promoción de la cultura popular deberán incorporar más folclores de los que estamos acostumbrados. Todos deberemos salir de una zona de confort desconectada con la realidad y romper inercias, simplemente para pasarlo mejor, pero también para cimentar una sana convivencia en nuestros barrios. Las identidades son hibridadas y los serán más en un futuro próximo, y  la clave de la concordia vuelve a estar en la gestión de la diversidad de las ciudades.

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Dansa de dracs catalans i xinesos al festival Xinafest (2008). Associació Orígens

Saturno y la coartada del «procés»

Las saturnales romanas eran, para que nos entendamos, como si juntáramos Navidad y Carnaval. Las fiestas empezaban con un sacrificio a Saturno, y sucedían siete días de bullicios, banquetes y regalos, todo alrededor del solsticio de invierno. Ayer tuvimos un sacrificio necesario, el del propio President Artur Mas, y jolgorios más o menos bien repartidos por los barrios de las posiciones extremas.

Los independSaturnoentistas tuvieron su enésimo día histórico, por motivos obvios, y los inmovilistas volvieron a brindar con cava catalán. La situación les queda muy bien a los del choque de trenes, a los nacionalistas de uno y otro bando. El PP está ahora un paso más cerca de la Moncloa (ya los separatistas le hicieron fácil la campaña), y Sánchez bien arrimado al abismo, con el margen de maniobra muy reducido. El federalismo, la tercera vía o le llamen como le llamen, deberá esperar su turno, al final del túnel, cuando las locuras de uno y otro bando hayan terminado, cuando la entropía ya llegue al colapso. Ayer los únicos que no brindamos fuimos los que creemos en el acuerdo.

Hoy el panorama es más crudo. Se vuelve a repetir hasta la extenuación el mantra del “mandat democràtic”. Nunca una mentira necesitó de tantas reiteraciones para seguir siéndolo. La caverna mesetaria volverá a entonar lo de “España se rompe”. Ambas magníficas excusas para evitar el acecho de gobiernos de izquierdas, para despistar al personal de las urgencias sociales, para no fijarnos demasiado en la corrupción. Las banderas se vuelven velos que filtran convenientemente la realidad. Poco importa que el “procés” en realidad esté criogenizado, que la bravuconada de los 18 meses ya no se la crea nadie. Unos pocos aspavientos, griterío de uno y otro bando, declaraciones altisonantes, y parecerá que está vivo. La coartada todavía funciona. Se han evitado convenientemente las elecciones de marzo, para que el pueblo no tuviese la ocasión de desmontarla.

Conocida es la afición de Saturno-Cronos por devorar a sus hijos. Así es la política también, muy saturnal ella, y así está resultando éste eterno, lisérgico y truhanero proceso hacia la quimérica independencia de Catalunya. La credibilidad de partidos e instituciones está bajo mínimos. Tenemos un President de derechas, y un gobierno sustentado en el transfuguismo de dos parlamentarios de la CUP. Y tenemos coartada para más tropelías.

Finezza y gazpacho

Que el enemigo está dentro y los de fuera son, a lo sumo, adversarios, es verdad tan evidente como que la mejor conspiración es la que no se ve venir.

La única baza de PMaquiavelo1edro Sanchez es la audacia. Y desde que se dio cuenta, o se lo dijeron y supo escuchar, que para el caso es lo mismo, ha hecho unas cuantas cosas bien. Se implicó y de qué manera en la campaña catalana, a sabiendas que el PSC no iba a obtener unos buenos resultados. Crispó, no lo suficiente ni lo suficientemente bien, la campaña de las generales que Arriola había diseñado de perfil bajísimo. A Pedro Sanchez le falta cintura, no hay más que verle bailar, pero ha tenido arrestos. Quizá a la desesperada, pero los ha tenido. Como para recoger el guante lanzado por la ciudadanía tras el 20D y, pasando por encima de los equilibrios internos de poder, ponerse a lo que toca: a configurar una mayoría que permita un gobierno alternativo al desastre del PP.

Como una Lannister versión cañí, Susana Díaz se le ha tirado a la yugular. Los ríos revueltos siempre fueron cauces perfectos para las estrategias oportunistas. Pero lo peor no es que se caracterice la lucha de poder como un juego de suma cero, quemando la posibilidad del “todos ganan”, sino que todo ha sido impúdico, basto, directo. Todo el mundo sabía lo que iba a pasar. Juego de Tronos ha hecho mucho daño. En la serie todo es demasiado obsceno, y no me refiero a las supuestamente tórridas escenas que estucan los capítulos. Hay algo naïf en toda esa retahíla de conspiraciones cruzadas de la serie. Lo evidente se hace obsceno cuando se muestra más allá de lo deseable. La conspiración no puede tener spoilers.

Díaz se ha equivocado, aunque acabe ganando, que está por ver. El enfrentamiento directo obliga a una victoria de sangre que, en un sentido u otro, no se puede permitir un anémico PSOE. El sottovoce hubiera facilitado estrategias para ganar todos: no entorpecer el difícil camino hacia la Moncloa de Sánchez, por ejemplo, y garantizarse algunos de los principales resortes de poder, para asentar su substitución natural al cabo de unos años. Paciencia y cabeza, vamos. Al fin y al cabo, fue el socialismo andaluz el que le dio el espaldarazo necesario a Pedro para ponerlo al frente del PSOE. Creo que Susana lo imaginó más sumiso…

Manca finezza” dijo Andreotti en los primeros días de la transición política española, supongo que porque el florentino se dio cuenta rápido de que aquí confundimos maquiavelismo con navajeo. La finezza es buena cualidad para situaciones políticas complicadas: astucia y audacia, intercambio y estrategia, sutileza y elegancia. Superando el determinismo cultural, no es incompatible con ciertas dosis de gazpacho. Haría falta un poquito más de susurro, y menos estridular de las baronías. La política española, especialmente con los gobiernos socialistas, ha dado múltiples ejemplos de procesos de negociación discretos y graves.