Jugadas maestras que salen mal: el independentismo y la toma de Jerusalem

Corría el año 70 dC y un grupo de bravos disidentes judíos se atrincheraban en Jerusalem, resistiendo el sitio de Tito, hijo del recién nombrado emperador Vespasiano, decidido a dar un golpe definitivo. Josefo, que meses antes había sido capturado por los romanos, se desgañitaba dando vueltas a las murallas de la Ciudad, ofreciendo su vida a cambio de que sus compatriotas entraran en razón y se dispusieran a negociar.

Todo fue en vano. Los judíos, aunque divididos en facciones, se unieron en torno a un magnífico plan que iba a destruir las torres de asalto del enemigo. Siendo menores en número, se encomendaron a su astucia para ganar la decisiva batalla: ensancharon el entramado de túneles que servían para el aprovisionamiento, y horadaron el subsuelo sobre el que se asentaban las temidas torres. Luego simplemente untaron con una substancia inflamable las estructuras de madera que sostenían los túneles y les prendieron fuego, teniendo tiempo suficiente para regresar al abrigo de las murallas. Las vigas crujieron y el suelo se abrió bajo los pies de las legiones del imperio que veían desmoronarse su poderío chulesco, al tiempo que los resistentes se alborozaban, regocijándose en una victoria épica.

Pero la alegría fue efímera. La precipitación facilitó un giro que no entraba en el aparentemente exitoso plan de los disidentes. Los túneles que sirvieron para tumbar las torres romanas también debilitaron parte de los cimientos de las impenetrables murallas. Uno de los muros cayó parcialmente, y las tropas de Tito, mayores en número y mejor dotadas, entraron fácilmente llevando el caos y el combate cuerpo a cuerpo en las intricadas callejuelas, hasta llegar al mismísimo Templo. Jerusalem no tardó en caer. La “jugada maestra” salió mal.

La historia que cuento se la debo a mi hijo de 10 años, Nicolás. Mientras veíamos por enésima vez un documental sobre la toma de Jerusalem por Vespasiano, una tarde me espetó: “papa, si los judíos no se hubiesen precipitado habrían tenido una oportunidad”. Que cada cual saque sus conclusiones, pero creo que hay que escuchar a los niños. Atesoran verdades simples y profundas que hemos olvidado.

En las escasas horas en las que cupo el acuerdo de unas elecciones convocadas por el President sólo estaban preocupados los extremos de cada bando, sacando espumarajos por la boca. El resto mirábamos con esperanza.  Movimiento de estadista. Pero más aún: Puigdemont tuvo en su mano aquel jueves de octubre cerrar con cierto honor y altura de miras la deriva desastrosa de su estrategia.

Por mucho que cada uno de sus pasos fuera jaleado por sus hooligans como la enésima jugada maestra que formaba parte del Gran Plan, las cosas no iban bien, y se sabía, como declaraciones posteriores han desvelado. El aplauso de los palmeros no pudo solapar el estruendo de las defensas cayendo. Luego vino la desbandada.

Leer a los clásicos de la estrategia militar fue un consejo de un exsocialista catalán, Germà Bel, a quien a día de hoy sigo admirando a pesar de la enorme (y creo que creciente) distancia. Lástima que no haya ofrecido la misma recomendación a sus compañeros de viaje a Ítaca. Consejos vendo y para mí no tengo…

Las prisas han socavado los cimientos de las propias murallas independentistas, e incluso podría ser que de entre todo esto emerja algo bueno para todos. Al fin y al cabo, con la pasta que se agenció aquél plebeyo emperador, hoy todavía disfrutamos del magnífico Coliseo de Roma.

@miralles_martin

El saqueo de Jerusalén

Un castell intercultural que mira ben amunt

Diumenge 29 d’octubre va tenir lloc a la Pl. del Rellotge del Fondo el “Castell de Tothom”, una iniciativa dels Laietans de Gramenet que va aconseguir aixecar diversos castells amb una pinya d’allò més intercultural.

38 nacionalitats van coronar l’èxit de la proposta. 39 per alguns, de ben segur. No van ser poques les conyes sobre la presència de la senyera, o si la rojigualda responia a un lloc comú o a una nació veïna. Així les coses al país, era inevitable. Al calendari del Castell de Tothom se l’ha solapat una frenètica setmana de declaracions, debats parlamentaris i publicacions de matinada en el BOE. S’ha de remarcar, en aquest context, que l’activitat no s’hagi vist intoxicada en cap moment i, ens al contrari, hagi fet gala d’un exquisit fairplay aliè a qualsevol consigna no inclusiva. Tant de bo aquest esperit regís altes esferes de la vida pública catalana.

Potser per aquest bon rotllo, tot apunta a que estem davant d’una altra d’aquestes activitats que venen per quedar-s’hi. Llegat del treball col·laboratiu que transcendeix a organitzadors i coadjuvants, sobretot perquè esdevé un símbol de la capacitat de treball conjunt, i d’allò que ens uneix per damunt de la nostra diversitat. El Castell de Tohom forma ja part de la «marca» del Fondo, de la Serra d’en Mena i de Santa Coloma. Un orgull per a totes les persones que ens sentim compromesos amb el branding d’uns barris que comencen a refer la seva personalitat, fixant-se més en els seus potencials i no tant en les seves mancances.

Un actiu imprescindible d’aquesta tasca són els Laietans. De seguida s’intueix que venen a insuflar un xic d’aire fresc al panorama de la cultura popular catalana. La seva concepció oberta del que ha de ser la promoció de les tradicions representa una estratègia molt més adaptada als temps que els excessos de naftalina que havien predominat al sector. Si hom passa una estona amb ells, podrà comprovar l’ambient familiar i el compromís que els augura un futur brillant. La ciutat requereix de més associacions amb aquesta empenta. Només Santa Coloma podia engendrar un híbrid amb aquest potencial.

Sent així les coses no podíem deixar de donar suport, des del Projecte d’intervenció Comunitària Intercultural, al conjunt d’institucions i agents ciutadans que han fet possible aquest símbol. S’han deixat sentir també el voluntarisme i la complicitat de diversos professionals de diferent àrees de l’Ajuntament. Per properes edicions és repte de tots que aquestes complicitats s’explicitin oficialment en una planificació més transversal. Encara hem d’aprendre més a treballar junts pel bé comú.

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