Resistirem (resistiremos)

«Prou de passar por,

el dia s’alça

amb una rosa vermella a la mà»

Qué poco nos conoce quien piensa que cuatro niñatos malcriados son capaces de poner de rodillas a los socialistas. Nos increpan. Nos insultan. Les incomodamos especialmente, porque representamos mejor que nadie a la sociedad plural, diversa, y saben que somos imprescindibles para un futuro de acuerdo que será la evidente rúbrica del fracaso de los intolerantes. Les hago un spoiler para la campaña: no van a conseguir amedrentarnos. Cada generación tiene su momento para luchar por la libertad, así, con palabras gruesas, y ese momento nos ha llegado. Todavía no se ha visto en la historia que, llegado un momento como este, los socialistas demos un paso atrás.

Bien sea en los sindicatos, en los movimientos feministas o estudiantiles, en las asociaciones vecinales o en el tejido cultural de los barrios, las compañeras y compañeros socialistas han estado siempre ahí, esforzándose, cuando no sacrificándose, por causas que les sobrepasaban como personas. Tejedores de utopías, hemos brindado por las victorias, algunas pírricas, algunas todavía hoy hacen un poco mejor la vida de nuestros conciudadanos.

La Catalunya actual no se entendería sin la contribución de todos esos activistas que no tenían más red social que el pasquín y la rotativa, el bar y las aulas, la asamblea y el megáfono. Gente que se la jugaba de verdad. Ese activismo socializó a muchas personas que vinieron de otras regiones del estado español. Fue la reivindicación, la construcción colectiva de los barrios, la conquista de las libertades y la enorme transformación de nuestro país lo que les enraizó definitivamente como catalanes y catalanas, al grito de «llibertat, amnistia, estatut d’autonomia«.

Ahora unos cuantos niños de papá, con una estética a caballo del 15-M, la Casa de Papel o un video juego, se creen en su arrogancia capaces de darnos lecciones, de señalarnos, de quitarnos de en medio. Les encantaría que no estuviésemos, pero la realidad es tozuda, y Catalunya más plural de lo que pueden llegar a entender. No es todo el independentismo, pero es ese independentismo que le tiene comida la moral al otro. Son los de la piji-revolución, que entronca directamente con los movimientos nacional populistas que remueven el orden mundial y larva desde hace tiempo la versión «nostrada» de una exasperante infantilización, cargada de delirios narcisistas. Ellos han devaluado el concepto de huelga, el concepto de piquete. Han devaluado incluso al propio activista, y lo han transformado en un macarra. El macarra de la revolución a mesa puesta, en la que todo es gratis: la huelga no penaliza el salario, no ir a clase no penaliza la evaluación, saltarse las leyes no debe tener ninguna pena…

Por eso hoy tener una senyera normal vuelve a tener un significado reivindicativo. Nosotros la podemos levantar con orgullo para gritar que también somos el «poble», la parte del pueblo que quiere volver a la Catalunya plural, abierta y cosmopolita, a la Catalunya «plena» de nuestro himno. Pero la bandera que ondeamos con más brío es la bandera social. No os quepa la menor duda de que cuando en este país haya que salir a la calle para defender el estado del bienestar, para revertir los recortes que se ceban en las partes más débiles de nuestra ciudadanía, los y las socialistas estaremos ahí, como siempre. El PSC es un nido de conciencia social.

Frente a los que se creen con el poder de decidir cuándo vamos a ir a clase, cuándo vamos a votar, cuándo llegamos al trabajo, y cómo debemos ser, según ellos, «buenos catalanes», vamos a construir un dique que será el reflejo de una sociedad viva, capaz de resistir sus imposiciones. No nos vamos a quedar quietos. Para cada ola un dique. Para cada acción urdida para limitar nuestras libertades, se encontrarán a un puñado de socialistas, ahora ya dispuestos y preparados. Cada amenaza va a ser un motivo más para seguir en la senda de los que nos precedieron. Resistirem!

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