Perderse un momento en el horizonte es bueno. Poder llevar la vista donde se unen el cielo y la tierra te da una idea de tu ínfimo tamaño y también de lo lejos que se puede llegar. Aposenta y sitúa los días, permite alzar la mirada para no ofuscarnos entre los surcos del panot, los alcorques, los bordillos y los baches de la metrópolis. Los edificios de nuestras urbes a menudo nos hurtan la posibilidad de mirar más allá de unos metros. Y la vista se acostumbra a las cortas distancias, a los micromundos, a espacios cúbicos entre cubos.
El horizonte es un lienzo en blanco para el alma, un elevado objeto de contemplación en el que recogerse cuando careces de mejores vistas. Las expectativas son importantes.
A nuestros jóvenes les debemos un relato. El que nos construyeron a nosotros lo hicieron trizas los neoliberales. Y ahí andamos todos, jugueteando con el nihilismo, entre la duda y la desorientación. Los valores calvinistas que cimentan el capitalismo, entre ellos el valor del esfuerzo, han resultado una pobre excusa de alienación, y conjugan mal con las incumplidas promesas de prosperidad del progreso.
Es hora de construir un relato desde las oportunidades. Tratemos a nuestros jóvenes de tú a tú. Mostrémosles confianza, y nos la devolverán en forma de creatividad. No sólo ellos necesitan que lo hagamos, todos saldremos ganando. Las ciudades deberían empezar a pensar en espacios para promocionar el talento, las diversas formas de inteligencia.
Estos Centros de Oportunidades promocionarían las posiciones emprendedoras en lo social, en lo cultural, en lo económico… Centros que utilicen a modo de levadura los proyectos colaborativos, el coworking, las iniciativas de economía social. Fábricas de ideas, espacios abiertos donde confluyan trabajo y aprendizaje, diversión e intercambio. Espacios atractivos también para que fluya y les influya el conocimiento y la experiencia senior. Centros para crear y recrearse, para cimentar una nueva ciudadanía comprometida, diversa. Los Centros de Oportunidades nos deben permitir trascender el arcaico concepto de equipamiento juvenil prestador de servicios, asistencial, o contenedor. La jugada requiere de una cierta audacia, pero el beneficio en forma de capital social puede ser extraordinario.

lero dirime a partir de ahora una cuestión que no es de creencias ni ideologías, sino de actitudes, donde prima una manera, un estilo, un tarannà que ponga en juego maneras diferentes de acercarse a la verdad.
entistas tuvieron su enésimo día histórico, por motivos obvios, y los inmovilistas volvieron a brindar con cava catalán. La situación les queda muy bien a los del choque de trenes, a los nacionalistas de uno y otro bando. El PP está ahora un paso más cerca de la Moncloa (ya los separatistas le hicieron fácil la campaña), y Sánchez bien arrimado al abismo, con el margen de maniobra muy reducido. El federalismo, la tercera vía o le llamen como le llamen, deberá esperar su turno, al final del túnel, cuando las locuras de uno y otro bando hayan terminado, cuando la entropía ya llegue al colapso. Ayer los únicos que no brindamos fuimos los que creemos en el acuerdo.
edro Sanchez es la audacia. Y desde que se dio cuenta, o se lo dijeron y supo escuchar, que para el caso es lo mismo, ha hecho unas cuantas cosas bien. Se implicó y de qué manera en la campaña catalana, a sabiendas que el PSC no iba a obtener unos buenos resultados. Crispó, no lo suficiente ni lo suficientemente bien, la campaña de las generales que Arriola había diseñado de perfil bajísimo. A Pedro Sanchez le falta cintura, no hay más que verle bailar, pero ha tenido arrestos. Quizá a la desesperada, pero los ha tenido. Como para recoger el guante lanzado por la ciudadanía tras el 20D y, pasando por encima de los equilibrios internos de poder, ponerse a lo que toca: a configurar una mayoría que permita un gobierno alternativo al desastre del PP.