20 cosas que se os vienen al resto de España con el ultranacionalismo (y que en Catalunya ya hemos sufrido)

Queridos amigos del resto de España. Desde la experiencia con el ultranacionalismo catalán os aviso de lo que se os viene, en 20 puntos, sin jerarquía de planteamientos ni ánimo de exhaustividad. El nacional-populismo tiene un «modus operandi» común, comparten estrategas y métodos. Por eso hoy os recomiendo que os carguéis de paciencia, porque realmente la vais a necesitar. Ahí va:

  1. Apropiación de los símbolos comunes, bien sean banderas o celebraciones, incluidas festividades.
  2. Llamadas a la movilización desde las instituciones (e incluso, en el colmo de la desfachatez, movilizar con fondos de las instituciones).
  3. Polarización y maniqueísmo. No vale mantenerse en posiciones tibias o razonables. Muerte a los matices.
  4. Frikis haciendo performances. También políticos frikis, sobreactuando bajo la máxima “que hablen de mí, aunque sea mal”. Si hoy convenzo a 4 chalaos, tengo 4 chalaos más.
  5. Reparto de carnets de buen patriota. Ellos definen la única e unidireccional manera de ser o sentirse español (aquí a más de uno nos han dudado en nuestros morros de nuestra catalanidad, por no seguir los preceptos indepes), y el resto son supuestos colonos, traidores a la patria, etc…
  6. Circulación indiscriminada de bulos. Penetración en redes, profusión de bots y conspiranoias varias.
  7. Victimismo. Perfume de resistencia para lo que es reacción: “nosotros te contamos lo que nadie te cuenta”, obviando todos los medios de comunicación, que son muchos, que les dan obsceno apoyo.
  8. Bombardeo en los medios y acoso en las redes. Troleo indiscriminado. Equipos evidentemente financiados y organizadao para ello.
  9. Insultos, acoso e incluso agresiones a la prensa no afín en las manifestaciones públicas.
  10. Monopolización de la agenda pública en detrimento de los problemas sociales.
  11. Definición de un marco mental trufado de racismo cultural y supremacismo.
  12. Culto a la personalidad. Líderes mediocres elevados a los altares. Ídolos pop ultras de usar y tirar.
  13. Deterioro de las instituciones, hasta quebrar completamente la confianza de la ciudadanía.
  14. Manejo de la tensión en la calle para intentar provocar un “momentum” de ruptura.
  15. Una performance cada vez que baje la tensión informativa, da igual lo ridícula que sea.
  16. Apariencia continua de euforia. Infantilización del movimiento.
  17. Piji-revolución. Elevada movilización de clase alta y media-alta. También de currantes desconcertados, presa de la inseguridad. Ah, y los «quiero y no puedo» en primera línea, claro.
  18. Merchandising y cachivaches patrióticos para lucro de unos cuantos amigos.
  19. Jugadas maestras. Argucias frente a argumentos. Supuesta existencia de “planes” o “jugadas maestras” sólo conocidas por un grupo de mentes privilegiadas.
  20. Búsqueda de oscuros apoyos internacionales, económicos y mediáticos. Y una pregunta en el aire… ¿Quién paga la fiesta? ¿Quién quiere desestabilizar la política española y europea?

Un consejo: no perdáis los nervios, mantened el rumbo y el talante. No hay nada que les duela más. Sólo hay que ver los insultos que ha recibido Miquel Iceta por una gran parte del independentismo (y la aquiescencia de la otra), por haber mantenido en todo momento la compostura y la mano tendida. Paciencia. Perseverancia. Con el tiempo se descubren los faroles.

Menos patrias y mas decencia

Los nacionalismos y la cinta de Möbius

La cinta “unilateral” de Möbius es como un engendro, un monstruo geométrico. Se obtiene seccionando un anillo cilíndrico de papel y pegando los dos extremos después de haber doblado uno de ellos.

Una hormiga que circule por esta cinta unilateral recorrerá toda la superficie de la cinta volviendo al mismo punto después de dos vueltas. En esas andamos. Volviendo de nuevo al punto inicial después de unas cuantas vueltas.

Los nacionalismos español y catalán han generado un marco mental que es un bucle helicoidal. Tiene pinta de infinito, pero no lo es, es plano y bidimensional. La paradoja de la cinta de Möbius se explica por el hecho de que, aun cuando la cinta sea unilateral desde el punto de vista de la pobre hormiga, o de un solo lado, en realidad a cada punto corresponden de cualquier modo dos superficies, un revés y un derecho que sustentan la paradoja. Esa paradoja que nos mantiene en la perplejidad, hipnotizados.

Se han achicado los espacios intermedios y todo se explica por esa tensión bidireccional, dualista, cada vez más de blanco o negro, amarillo o naranja. El combate absurdo entre el orgullo y la vanidad. Escila y Caribdis jugando con el rumbo de nuestro paupérrimo navío.

Los nacionalismos son movimientos interclasistas, transversales, que basan su discurso en la cosificación del otro (“los españoles son…”, “los catalanes son…”) y promueven, básicamente, la defensa de los mercados internos, trufando el asunto con cuestiones identitarias, tendientes de manera más o menos extrema según el caso, al supremacismo. En nuestro país es evidente que han servido para tejer y mantener una red de intereses que han tenido la extraordinaria cualidad de distraer nuestra atención durante unos cuantos años. Y esto no tiene pinta de cambiar en mucho tiempo.

Esto es, es una misión para valientes plantear algo tan a contracorriente como que los nacionalismos sólo sirven para dividir a los pueblos, que nos mantienen dando vueltas en la paradoja mientras son otros los poderes que nos gobiernan. Reluce la frase de Christa Wolf “ninguna mentira es demasiado obvia para el pueblo si esta se acomoda a su deseo secreto de creer en ella”.

Atención. Igual que hemos explicado cómo construir la cinta de Möbius, podemos explicar también cómo deshacerla: necesitamos unas tijeras. Pero ojo, el valor exige esfuerzos y en estos tiempos de verdad difractada se penaliza salirse del discurso dominante. Cortamos la cinta, la estiramos, y tenemos un interesante camino plano a recorrer. Es la rebelión de los matices y las mixturas. Intentemos aplicar una lógica trivalente que rompa esta visión dualista y maniquea. Cambiemos las disyuntivas excluyentes por copulativas. Intentemos valorar que “unos y otros” somos lo mismo: trabajadores, empresarios, madres o padres de familia… pero que no hay un Etnos ni un Ethos diferencial. Aceptemos el reto. Depende de cada uno de nosotros salir del marco mental dominante. Podemos liberarnos de lo que se nos impone, de la violencia que inunda las redes sociales y la barra del bar, del mal rollo que amenaza con agriarnos. Cojamos las tijeras y rompamos el bucle. Todavía estamos a tiempo.

Cinta de Mobius