20 cosas que se os vienen al resto de España con el ultranacionalismo (y que en Catalunya ya hemos sufrido)

Queridos amigos del resto de España. Desde la experiencia con el ultranacionalismo catalán os aviso de lo que se os viene, en 20 puntos, sin jerarquía de planteamientos ni ánimo de exhaustividad. El nacional-populismo tiene un «modus operandi» común, comparten estrategas y métodos. Por eso hoy os recomiendo que os carguéis de paciencia, porque realmente la vais a necesitar. Ahí va:

  1. Apropiación de los símbolos comunes, bien sean banderas o celebraciones, incluidas festividades.
  2. Llamadas a la movilización desde las instituciones (e incluso, en el colmo de la desfachatez, movilizar con fondos de las instituciones).
  3. Polarización y maniqueísmo. No vale mantenerse en posiciones tibias o razonables. Muerte a los matices.
  4. Frikis haciendo performances. También políticos frikis, sobreactuando bajo la máxima “que hablen de mí, aunque sea mal”. Si hoy convenzo a 4 chalaos, tengo 4 chalaos más.
  5. Reparto de carnets de buen patriota. Ellos definen la única e unidireccional manera de ser o sentirse español (aquí a más de uno nos han dudado en nuestros morros de nuestra catalanidad, por no seguir los preceptos indepes), y el resto son supuestos colonos, traidores a la patria, etc…
  6. Circulación indiscriminada de bulos. Penetración en redes, profusión de bots y conspiranoias varias.
  7. Victimismo. Perfume de resistencia para lo que es reacción: “nosotros te contamos lo que nadie te cuenta”, obviando todos los medios de comunicación, que son muchos, que les dan obsceno apoyo.
  8. Bombardeo en los medios y acoso en las redes. Troleo indiscriminado. Equipos evidentemente financiados y organizadao para ello.
  9. Insultos, acoso e incluso agresiones a la prensa no afín en las manifestaciones públicas.
  10. Monopolización de la agenda pública en detrimento de los problemas sociales.
  11. Definición de un marco mental trufado de racismo cultural y supremacismo.
  12. Culto a la personalidad. Líderes mediocres elevados a los altares. Ídolos pop ultras de usar y tirar.
  13. Deterioro de las instituciones, hasta quebrar completamente la confianza de la ciudadanía.
  14. Manejo de la tensión en la calle para intentar provocar un “momentum” de ruptura.
  15. Una performance cada vez que baje la tensión informativa, da igual lo ridícula que sea.
  16. Apariencia continua de euforia. Infantilización del movimiento.
  17. Piji-revolución. Elevada movilización de clase alta y media-alta. También de currantes desconcertados, presa de la inseguridad. Ah, y los «quiero y no puedo» en primera línea, claro.
  18. Merchandising y cachivaches patrióticos para lucro de unos cuantos amigos.
  19. Jugadas maestras. Argucias frente a argumentos. Supuesta existencia de “planes” o “jugadas maestras” sólo conocidas por un grupo de mentes privilegiadas.
  20. Búsqueda de oscuros apoyos internacionales, económicos y mediáticos. Y una pregunta en el aire… ¿Quién paga la fiesta? ¿Quién quiere desestabilizar la política española y europea?

Un consejo: no perdáis los nervios, mantened el rumbo y el talante. No hay nada que les duela más. Sólo hay que ver los insultos que ha recibido Miquel Iceta por una gran parte del independentismo (y la aquiescencia de la otra), por haber mantenido en todo momento la compostura y la mano tendida. Paciencia. Perseverancia. Con el tiempo se descubren los faroles.

Menos patrias y mas decencia

La mesa ya NO sirve

El número mínimo de patas para sostener una mesa es de tres. Tríada son también las mínimas premisas que sostienen una mesa de diálogo: lealtad, deseo sincero de dialogar/negociar/acordar y reconocimiento del interlocutor. El independentismo ha carcomido dos de las tres patas. Y en consecuencia el Gobierno de España debe quebrar ya la única que queda.

El nacionalismo independentista, especialmente ERC, se ha mostrado desleal, errático. Cuando ha tocado, no han estado a la altura. Su síndrome de Estocolmo con el procés les hace unos socios poco o nada de fiar. Su miedo al qué dirán les atenaza. La subasta de quién es más indepe sigue abierta, y JxCat juega fuerte, ultra-fuerte.

No se ha demostrado pues la mínima lealtad institucional exigible. Esta mesa adolece, por si fuera poco, de un sesgo muy peligroso para el gobierno de progreso de España: todos los pasos dados pareciera que van en una única dirección. Es decir, el independentismo no habría hecho ni el más mínimo gesto que ayude al Gobierno a seguir con esta negociación y, por tanto, el desgaste de participar en esta iniciativa es únicamente de Sánchez e Iglesias. Presa de su agenda o de su indefinición, tanto da, ni ERC ni JxCat muestran una voluntad real de acuerdo, pues ya dejaron claro en sendas ocasiones que el único acuerdo posible pasa por una hoja de ruta hacia un referéndum, opción nada deseable.

JxCat ha abrazado el trumpismo de manera descarada. Su estrategia es una mala copia de las malas artes de Bannon: una parida muy patriota cada semana, da igual si estamos en emergencia sanitaria, da igual todo (Ayuso lo ha aprendido rápido, pinza nacional populista). Sólo hay una agenda única: la beatificación de Puigdemont, ese señor llevado por el delirio, i la búsqueda de otro momentum de ruptura con el estado, otro farol, otra performance. El relato, trufado de racismo cultural y supremacismo, se sirve todos los días desde TV3 y medios afines para un público convencido y complaciente: España nos roba, España nos mata. Hay un «ellos» y un «nosotros».  España, ese “ente” innombrable (hay de decir Ejpaña, Ñordia, Francoland o Españistan) que se asocia a la pobreza, a la chusma, a la corrupción, por parte de personajillos financiados total o parcialmente por el erario público de la Generalitat. La institución convertida en una enorme maquinaria de propaganda, una agencia de colocación y un fondo inagotable para entidades amigas. El Molt Lamentable President Torra diríase que nunca estuvo cómodo en su sillón, vocacional aspirante al reñido puesto de peor President de la historia.

Y todo ello, duele decirlo, con la colaboración necesaria –y por supuesto consciente- de ERC y, de vez en cuando, con la bisoñez de los Comunes como aliada in extremis (véase la aprobación de presupuestos). ERC ha mantenido y mantiene este esperpento de Govern. Y no sólo eso: si la aritmética del Parlament después de las próximas elecciones sitúa a los republicanos en la disyuntiva entre un Govern de izquierdas u otro de mayoría independentista, no duden que volverán a envolverse en la bandera. Estoy convencido de que hay un independentismo sensato, pero hoy en día no es mayoritario en ninguna de las tres marcas que utiliza en el Parlament.

Hace tiempo colgué en mi balcón el lema “PARLEM”, para mofa de mis ex compañeros indepes, que se tragaron –o así lo hicieron ver- la pamplina de los 18 meses, del 1 de octubre y de la fake declaración de independencia. En mi casa se lloró cuando Puigdemont se arrinconó ante la presión de la historia (y de las 155 monedas de Rufián) y no convocó elecciones. Aplaudí el talante de Pedro Sanchez y Miquel Iceta, proclives al diálogo como salida, cueste lo que cueste. Pero hoy constato, con mucha tristeza, que se han volado los puentes: el independentismo no es leal, ni quiere un diálogo real. Sólo queda en pie una pata de la mesa, el reconocimiento del interlocutor, y esa es la pata que debe romper el Gobierno español. El Govern de Torra carece de la capacidad de representar a la sociedad catalana, por su marcado carácter sectario. Mejor afrontar las próximas (?) elecciones al Parlament libres de esa trampa en la que han convertido una mesa que ya no sirve para nada.

Mesa

Torra i la terra cremada

El setge d’Alèsia va ser la batalla més icònica de la guerra de les Gàl·lies. Juli Cèsar ens explica com els gals eren mestres en guerrilla i en les tàctiques de terra cremada (cremar cultius i ponts per desmoralitzar, destruir-ho absolutament tot en retirada). Al setge Vercingetorix  va utilitzar aquest sistema. I també, per no capitular abans de temps, i per evitar la sobrepoblació, va expulsar a la població civil. Van morir tots de gana. Després de resistir un mes, l’heroi arvern va rendir-se davant de Cèsar. Els gals van ser massacrats i tota la Gàl·lia va passar a mans romanes. També va passar un octubre, però de l’any 52 aC.

En el prolífic i naïf imaginari indepe l’analogia amb l’aldea Gala de l’astut Astèrix que “resisteix avui i sempre a l’invasor” ocupa un lloc privilegiat. Com a revolució burgesa necessita fabricar referents políticament correctes. Les famoses i estrambòtiques “jugades mestres” impregnaven l’independetisme d’un aura d’intel·ligència superior, el que es suposava que era la poció màgica nostrada. Totes les argúcies van sortir malament, o van servir per enganyar als propis, però en el món paral·lel creat (fins octubre del 17) per l’independentisme el còmic era molt més real que la realitat. Sembla que aquest octubre, més de 2.000 anys després, el molt lamentable President Torra ha volgut millorar la semblança, i erigir-se en una paròdia de Vercingetòrix, convertint Catalunya en la terra cremada, en un macabre remake d’allò de “que es foti el general, que avui no sopo”.

És evident que la correlació de forces en el conflicte entre l’Estat i l’independentisme la diferència és brutal, sense comptar que el primer compta, com està demostrat, amb tots els suports internacionals. La terra cremada ha resultat històricament eficaç per a faccions que, d’una altra manera, no haurien estat capaces de resistir l’avenç d’exercits més organitzats i poderosos. Però això només funciona en un escenari de carestia de subministraments, que no és el cas precisament d’Espanya. Sent així, la terra cremada és simplement un exercici de crueltat sobre la pròpia població catalana. Torra no és Vercingetòrix, ni Arminio, ni Budicca, ni Viriato, és el Neró català, tocant la gralla i bevent llet crua mentre fa de Barcelona la rosa de foc. El procés és l’autèntica condemna cruel de Catalunya.

Tots els que hem treballat d’una o altra manera per millorar la convivència entre la ciutadania, sabem que iniciar un procés de revolta és relativament senzill. Atiar les parts sensibles està a l’abast de qualsevol amb una mica de visió, i pocs escrúpols. Però quantes vegades hem hagut de seure amb líders veïnals, preocupats per què una reivindicació justa se’ls escapava de les mans i derivava en un conflicte. En la gestió dels conflictes és indispensable comptar amb lideratges, i lideratges positius. Cap les dues premisses les acompleix el molt lamentable President.

La similitud fonètica entre Torra, turra i terra va molt més enllà de la paronomàsia. Cal que deixi pas a algú altre capaç d’exercir un lideratge que porti al nostre país a un horitzó de reconciliació. Aquí són fonamentals les forces independentismes que defugen de la temptació nacional-populista, i que avui s’esforcen per apagar els focs. President, faci un servei autènticament patriòtic i dimiteixi. Sr Torra, posi les urnes.

Torra

Xenofòbia: el pèndol del populisme post-procés

El procés ha copat les quotes de populisme dels discursos, bé sigui per l’exacerbació a favor o en contra. Enrere ens ha deixat un erm panorama ple de construccions maniquees, distorsions, cosificacions de l’altre… Un bon grapat de ciutadanes i ciutadans s’han convençut que la “seva” postveritat era La Veritat, i que això impel·lia, per una sort de llei de la selecció natural, a l’extinció o la irrellevància de les postures contràries. De ben poc han servit els arguments més racionals, d’una banda o una altra. Els matisos han mort. El dubte és traïció. Les terceres vies són durament castigades a les urnes.

Els perversos algoritmes de les xarxes han estat coadjuvants de la situació, fent-nos emmirallar en continguts propers a les nostres afinitats, actuant com a caixes de ressonància per donar-nos la raó. La temptació del bloqueig i l’unfollow és molt gran.

Hem generat anticossos per conviure diàriament amb la manipulació d’uns i altres. Ja no ens espanta la mentida feta titular. Les piulades ofensives han passat a ser part de la nostra vida quotidiana. La opinió s’ha menjat la informació. Aplaudim els mestres de la prestidigitació, els venedors de fum. Som adoradors exacerbats de la religió del zasca. Amb tot, el resultat és que ens hem convertit en una societat d’elevada tolerància als populismes.

Però el cas és que, tard o d’hora, el debat entre nacionalisme central i nacionalisme perifèric, que tants rèdits ha donat a polítics mediocres i il·luminats, acabarà perdent punch a les tertúlies quotidianes i, en paral·lel, als mitjans. Ja es nota una certa fatiga de materials. I llavors què? Tothom pot intuir la llei universal que apunta la necessitat que té tot buit d’omplir-se de nou. Així passa amb les modes, i també passarà amb l’enorme espai guanyat pel populisme: un populisme serà substituït per un altre.

I com s’omplirà el buit deixat per la dialèctica immobilisme vs. independència? Aquí va una predicció, tant de bo m’equivoqui: serà la xenofòbia, en una forma descarnada i obscena com mai no l’hem vist al nostre país, qui protagonitzarà l’eix dels nostres debats públics i privats. Trumpisme d’aquí i d’allà. Així ha passat al nostre entorn més homologable, sense anar més lluny a les darreres eleccions italianes. Fins ara ens hem lliurat perquè estàvem obnubilats, pensant que la nostra miserable disputa era el centre de l’univers. El món ens mira, dèiem.

Però dintre de poc les mentides que deglutirem amb entusiasme seran sobre la maldat dels musulmans, sobre allò que ens estan robant els immigrants en lo material i en lo cultural, sobre la tendència de determinades cultures a maltractar dones o infants, sobre la usurpació de l’estranger pobre i el llast que la seva pobresa representa per al nostre minvat estat del benestar. Ells i elles, novinguts o ja no tant però diferents, esdevindran el punt de mira a on projectar les nostres frustracions com a societat. Ja ha passat altres vegades, però mai en la història recent no havíem sigut tan permeables al deliri.

Dubto que es pugui evitar, però fora bo que especialment a l’àmbit de les ciutats es reforcin les iniciatives per tal de construir un relat, un nou marc mental que vinculi diversitat i harmonia, convivència i progrés social i econòmic. Potser així podem fer un dic, perquè l’onada serà gran, tant com els populismes presents i passats, o potser més.

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21D cambio de ciclo: unas elecciones en solsticio

El solsticio de invierno es un evento astronómico que sucede el 21 de diciembre. Tras él, los días comienzan a prolongarse y la oscuridad a disminuir, lo que ha sido objeto de diversas celebraciones y ritualizaciones a lo largo de la historia de la humanidad.

En la antigua Roma se engarza este día con la tradición de las fiestas del dios de las dos caras, Janus, el encomendado de los comienzos y de los finales, a quien le fue consagrado el primer mes del año. Se le invocaba públicamente el primer día de enero, mes que derivó de su nombre. Las representaciones del dios lo describen con dos rostros, uno que mira al pasado y otro que observa el futuro. Janus abría y cerraba pues las puertas de los ciclos, así que no se me ocurre deidad mejor a la que encomendar el destino de nuestro país, que dibujaremos los electores el día de su fiesta grande.

El símbolo cósmico mantiene su esencia a pesar de la adaptación que han hecho de él las diversas civilizaciones. Las celebraciones con sus ceremonias y rituales son la respuesta a la búsqueda y necesidad profunda de renacer, de poder empezar de nuevo. La renovación de las estaciones, las cosechas, todo se engranaba ancestralmente en la lectura de los astros que favorecía una lectura sagrada del tiempo y daba sentido de permanencia, supervivencia y trascendencia.

Los símbolos y las palabras se convierten en creadores, por su facultad de sumergirse en el inconsciente, remover nuestros arquetipos en el campo de los mitos y de los sueños. Hacen resonar analogías que permanecían veladas. Las alegorías nos permiten intuiciones que ofrecen lecturas diferentes y profundas de la realidad. De ahí su poder, un poder transformador y generador.

El día más corto del año traerá una larga noche electoral, y muy probablemente semanas de negociaciones para conformar un gobierno viable para Catalunya que restañe las fracturas y permita mirar al futuro con optimismo. En el corazón de esa noche más larga del año nace la victoria de la luz sobre la oscuridad. La victoria de la generosidad, de la armonía. La ruptura del bucle que permita recomenzar con nuevos y buenos propósitos, de permanecer unidos en nuestras diversidades y encomendarnos al triunfo de la razón y el sentido común. El momento de ordenar el caos y de hacer frente a nuestras dificultades reales con buenas dosis de rigor, coraje y audacia. El momento de recuperar la confianza en Catalunya como proyecto colectivo e inclusivo. El momento del renacer de la esperanza.

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Jugadas maestras que salen mal: el independentismo y la toma de Jerusalem

Corría el año 70 dC y un grupo de bravos disidentes judíos se atrincheraban en Jerusalem, resistiendo el sitio de Tito, hijo del recién nombrado emperador Vespasiano, decidido a dar un golpe definitivo. Josefo, que meses antes había sido capturado por los romanos, se desgañitaba dando vueltas a las murallas de la Ciudad, ofreciendo su vida a cambio de que sus compatriotas entraran en razón y se dispusieran a negociar.

Todo fue en vano. Los judíos, aunque divididos en facciones, se unieron en torno a un magnífico plan que iba a destruir las torres de asalto del enemigo. Siendo menores en número, se encomendaron a su astucia para ganar la decisiva batalla: ensancharon el entramado de túneles que servían para el aprovisionamiento, y horadaron el subsuelo sobre el que se asentaban las temidas torres. Luego simplemente untaron con una substancia inflamable las estructuras de madera que sostenían los túneles y les prendieron fuego, teniendo tiempo suficiente para regresar al abrigo de las murallas. Las vigas crujieron y el suelo se abrió bajo los pies de las legiones del imperio que veían desmoronarse su poderío chulesco, al tiempo que los resistentes se alborozaban, regocijándose en una victoria épica.

Pero la alegría fue efímera. La precipitación facilitó un giro que no entraba en el aparentemente exitoso plan de los disidentes. Los túneles que sirvieron para tumbar las torres romanas también debilitaron parte de los cimientos de las impenetrables murallas. Uno de los muros cayó parcialmente, y las tropas de Tito, mayores en número y mejor dotadas, entraron fácilmente llevando el caos y el combate cuerpo a cuerpo en las intricadas callejuelas, hasta llegar al mismísimo Templo. Jerusalem no tardó en caer. La “jugada maestra” salió mal.

La historia que cuento se la debo a mi hijo de 10 años, Nicolás. Mientras veíamos por enésima vez un documental sobre la toma de Jerusalem por Vespasiano, una tarde me espetó: “papa, si los judíos no se hubiesen precipitado habrían tenido una oportunidad”. Que cada cual saque sus conclusiones, pero creo que hay que escuchar a los niños. Atesoran verdades simples y profundas que hemos olvidado.

En las escasas horas en las que cupo el acuerdo de unas elecciones convocadas por el President sólo estaban preocupados los extremos de cada bando, sacando espumarajos por la boca. El resto mirábamos con esperanza.  Movimiento de estadista. Pero más aún: Puigdemont tuvo en su mano aquel jueves de octubre cerrar con cierto honor y altura de miras la deriva desastrosa de su estrategia.

Por mucho que cada uno de sus pasos fuera jaleado por sus hooligans como la enésima jugada maestra que formaba parte del Gran Plan, las cosas no iban bien, y se sabía, como declaraciones posteriores han desvelado. El aplauso de los palmeros no pudo solapar el estruendo de las defensas cayendo. Luego vino la desbandada.

Leer a los clásicos de la estrategia militar fue un consejo de un exsocialista catalán, Germà Bel, a quien a día de hoy sigo admirando a pesar de la enorme (y creo que creciente) distancia. Lástima que no haya ofrecido la misma recomendación a sus compañeros de viaje a Ítaca. Consejos vendo y para mí no tengo…

Las prisas han socavado los cimientos de las propias murallas independentistas, e incluso podría ser que de entre todo esto emerja algo bueno para todos. Al fin y al cabo, con la pasta que se agenció aquél plebeyo emperador, hoy todavía disfrutamos del magnífico Coliseo de Roma.

@miralles_martin

El saqueo de Jerusalén

La Festa de tots (i el pregó d’uns quants)

Els que hem tingut el plaer de treballar com a gestors culturals i hem suat per programar un esdeveniment ciutadà com és la festa major, tenim clara la importància que suposa per a una ciutat aquest punt culminant del cicle festiu. El més difícil és, sense dubte, fer una programació suficientment eclèctica com per deixar content a tothom.

I es que la festa és de tothom, la ritualització última de la unitat, generadora d’un egregor ciutadà en el què, per un moment, s’oblida “que cada uno es cada cual”, Serrat dixit. Celebrem per exorcitzar els nostres dimonis, per canalitzar la violència, per oblidar-nos per uns instants de la nostra condició. Celebrem junts també com un recordatori de que un dia ens podem posar tots d’acord per fer alguna cosa, al temps vàlvula de descompressió i assaig de revolució. La dansa d’Eros i Tànatos, amb Hedoné de mestressa de cerimònies.

Ara, en aquests temps estranys de crisis, desigualtats i tensions identitàries, algú ha tingut la brillant idea de trencar l’eficàcia unificadora del ritual festiu amb una representació patètica de la divisió a la nostra societat. Un pregó alternatiu no és res més que un símbol, és cert, però tampoc gens menys que això. La força significació dels símbols comuns és cabdal per a l’harmonia i la cohesió. La festa és del poc que ens queda. Menystenir-la té les seves conseqüències.

S’ha creuat una frontera que costarà fer enrere. Els partidaris de la divisió –d’un costat o d’un altre, tant és- estaran contents, però s’han passat de frenada novament. Mentre alguns lluitem per cicles festius més inclusius i plurals, d’altres aposten per desfer ponts i ritualitzar, també, l’escletxa nacional. Divideix i guanyaràs? Segur?pregoalternatiu

Independència: il·lusionisme i il·lusió

  • Il·lusionisme.- Art de produir en l’espectador la il·lusió d’assistir a fenòmens extraordinaris, increïbles, mitjançant trucs, jocs de mans, etc.

Ja fa temps que res no és veritat en el procés independentista. Tot és un gran miratge. No hi ha nassos reaPrestidigitador_optimuslment per una autèntica ruptura, i es vol fer creure el personal que són més llestos que ningú, i que a través d’una sèrie de trucs podran enganyar tothom, inclosa la comunitat internacional i la UE. El negoci independentista segueix donant certs rèdits, és cert. Tant pels llestos que van abraçar aquesta fe a la caça del càrrec, com per mantenir viva CDC. Però el fum s’esvaeix paulatinament, i del barret de copa del mag ja no surten conills ni coloms. En els propers mesos, potser anys, declaracions altisonants d’un i altre extrem serviran per fer creure que La Causa segueix viva, però el procés està criogenitzat. Només serveix de gran excusa per a la inacció, com quan el Conseller de Salut, Toni Comín, diu que no podrà reduir les llistes d’espera si no hi ha independència. Impresionant, digne del gran Tamariz.

És difícil per molta gent sortir del fang enganxifós del fal·laç argumentari que s’han empassat amb tanta il·lusió, recuperar-se del mal d’esquena que provoca tant contorsionisme ideològic. Com assumir que t’han venut, o has comprat voluntàriament, una moto? Però els fets són tossuts, i la tela de les banderes a la intempèrie dura el que dura, abans de desfilar-se. Hores d’ara ja és assumit sottovoce que els 18 mesos no seran, i que el referèndum, que de facto ja es va realitzar quan els promotors de la independència quan van adulterar unes eleccions al Parlament transformant-les de motu propio en un plebiscit, ha deixat cristal·litzada tal divisió a la societat catalana que no és viable ni l’immobilisme ni qualsevol temptativa de “generació d’estructures d’estat” o declaracions unilaterals de independència.

Tots els que creiem en el diàleg, en solucions intermitges, en reformes i en pactes hem hagut d’aguantar, en un moment o altre, algun col·lega fent cunyadisme amb els 18 mesos, amb una invectiva en to d’ultimàtum. S’aferren al full de ruta i presumptuosament et diuen coses com “tenim advocats, saps? I catedràtics”. T’immerses llavors en una certa perplexitat, doncs a aquestes alçades ja tots sabem que a qualsevol contesa has de comptar amb un cert pressupost per a lletrats, intel·lectuals, mitjans de comunicació i professors d’universitat preufetaires.

Corria l’any 2011 i vaig acudir a demanar consell d’un antic militant socialista, per qui mantinc un respecte intel·lectual. Estava llavors immers en una campanya per modernitzar el PSC, conscient de la que se’ns venia a sobre. Després d’exposar-li els meus arguments, amb els nervis propis de l’admiració que li professava, vaig quedar-me atònit quan em va contestar: “el primer de tot és l’eix nacional”. Vaig marxar decebut. Va ser el primer avís de l’enorme exercici d’entropia que després ha generat aquest infame muntatge. Avui el meu oracle és diputat per JuntsxSi…

La innervació del procés en la nostra societat ha deixat un llast amarg. Sempre és la última copa la que et cau malament, perquè no deixem de beure a l’antepenúltima, és clar. I hi havia massa pressa per “superar pantalles”. S’ha fet il·lusionisme per jugar amb la il·lusió de molts catalans i moltes catalanes de bona fe, no nacionalistes ni independentistes, i que han trobat una utopia suposadament realitzable que els ha generat un relat de lluita i superació. Però com sempre passa quan es generen artificialment expectatives hiperbòliques, les frustracions s’hauran de gestionar. La deconstrucció del chauvinisme narcisista que ha generat el marc mental del procés serà una tasca complexa. Mentrestant, la burgesia catalana segueix manant gràcies al mantra nacionalista.

Els catalans som així. Els culers juguen la Copa per tal de poder xiular al Rei a la final, i els nostres parlamentaris més hiperventilats es lamenten de que el monarca no els rep després d’haver parlat com si ja fóssim una república independent. La CUP fa un Tamayazo a la catalana i podem continuar amb els jocs de mans una estona més. Mentrestant les urgències socials segueixen i el món gira, com gira també el panorama polític espanyol. Esperem que aviat no serveixin tampoc els arguments de l’immobilisme cañí. Llavors ens trobarem al federalisme. Estarem ben contents de donar una digna sortida a tot això.