21D cambio de ciclo: unas elecciones en solsticio

El solsticio de invierno es un evento astronómico que sucede el 21 de diciembre. Tras él, los días comienzan a prolongarse y la oscuridad a disminuir, lo que ha sido objeto de diversas celebraciones y ritualizaciones a lo largo de la historia de la humanidad.

En la antigua Roma se engarza este día con la tradición de las fiestas del dios de las dos caras, Janus, el encomendado de los comienzos y de los finales, a quien le fue consagrado el primer mes del año. Se le invocaba públicamente el primer día de enero, mes que derivó de su nombre. Las representaciones del dios lo describen con dos rostros, uno que mira al pasado y otro que observa el futuro. Janus abría y cerraba pues las puertas de los ciclos, así que no se me ocurre deidad mejor a la que encomendar el destino de nuestro país, que dibujaremos los electores el día de su fiesta grande.

El símbolo cósmico mantiene su esencia a pesar de la adaptación que han hecho de él las diversas civilizaciones. Las celebraciones con sus ceremonias y rituales son la respuesta a la búsqueda y necesidad profunda de renacer, de poder empezar de nuevo. La renovación de las estaciones, las cosechas, todo se engranaba ancestralmente en la lectura de los astros que favorecía una lectura sagrada del tiempo y daba sentido de permanencia, supervivencia y trascendencia.

Los símbolos y las palabras se convierten en creadores, por su facultad de sumergirse en el inconsciente, remover nuestros arquetipos en el campo de los mitos y de los sueños. Hacen resonar analogías que permanecían veladas. Las alegorías nos permiten intuiciones que ofrecen lecturas diferentes y profundas de la realidad. De ahí su poder, un poder transformador y generador.

El día más corto del año traerá una larga noche electoral, y muy probablemente semanas de negociaciones para conformar un gobierno viable para Catalunya que restañe las fracturas y permita mirar al futuro con optimismo. En el corazón de esa noche más larga del año nace la victoria de la luz sobre la oscuridad. La victoria de la generosidad, de la armonía. La ruptura del bucle que permita recomenzar con nuevos y buenos propósitos, de permanecer unidos en nuestras diversidades y encomendarnos al triunfo de la razón y el sentido común. El momento de ordenar el caos y de hacer frente a nuestras dificultades reales con buenas dosis de rigor, coraje y audacia. El momento de recuperar la confianza en Catalunya como proyecto colectivo e inclusivo. El momento del renacer de la esperanza.

janus2

Jugadas maestras que salen mal: el independentismo y la toma de Jerusalem

Corría el año 70 dC y un grupo de bravos disidentes judíos se atrincheraban en Jerusalem, resistiendo el sitio de Tito, hijo del recién nombrado emperador Vespasiano, decidido a dar un golpe definitivo. Josefo, que meses antes había sido capturado por los romanos, se desgañitaba dando vueltas a las murallas de la Ciudad, ofreciendo su vida a cambio de que sus compatriotas entraran en razón y se dispusieran a negociar.

Todo fue en vano. Los judíos, aunque divididos en facciones, se unieron en torno a un magnífico plan que iba a destruir las torres de asalto del enemigo. Siendo menores en número, se encomendaron a su astucia para ganar la decisiva batalla: ensancharon el entramado de túneles que servían para el aprovisionamiento, y horadaron el subsuelo sobre el que se asentaban las temidas torres. Luego simplemente untaron con una substancia inflamable las estructuras de madera que sostenían los túneles y les prendieron fuego, teniendo tiempo suficiente para regresar al abrigo de las murallas. Las vigas crujieron y el suelo se abrió bajo los pies de las legiones del imperio que veían desmoronarse su poderío chulesco, al tiempo que los resistentes se alborozaban, regocijándose en una victoria épica.

Pero la alegría fue efímera. La precipitación facilitó un giro que no entraba en el aparentemente exitoso plan de los disidentes. Los túneles que sirvieron para tumbar las torres romanas también debilitaron parte de los cimientos de las impenetrables murallas. Uno de los muros cayó parcialmente, y las tropas de Tito, mayores en número y mejor dotadas, entraron fácilmente llevando el caos y el combate cuerpo a cuerpo en las intricadas callejuelas, hasta llegar al mismísimo Templo. Jerusalem no tardó en caer. La “jugada maestra” salió mal.

La historia que cuento se la debo a mi hijo de 10 años, Nicolás. Mientras veíamos por enésima vez un documental sobre la toma de Jerusalem por Vespasiano, una tarde me espetó: “papa, si los judíos no se hubiesen precipitado habrían tenido una oportunidad”. Que cada cual saque sus conclusiones, pero creo que hay que escuchar a los niños. Atesoran verdades simples y profundas que hemos olvidado.

En las escasas horas en las que cupo el acuerdo de unas elecciones convocadas por el President sólo estaban preocupados los extremos de cada bando, sacando espumarajos por la boca. El resto mirábamos con esperanza.  Movimiento de estadista. Pero más aún: Puigdemont tuvo en su mano aquel jueves de octubre cerrar con cierto honor y altura de miras la deriva desastrosa de su estrategia.

Por mucho que cada uno de sus pasos fuera jaleado por sus hooligans como la enésima jugada maestra que formaba parte del Gran Plan, las cosas no iban bien, y se sabía, como declaraciones posteriores han desvelado. El aplauso de los palmeros no pudo solapar el estruendo de las defensas cayendo. Luego vino la desbandada.

Leer a los clásicos de la estrategia militar fue un consejo de un exsocialista catalán, Germà Bel, a quien a día de hoy sigo admirando a pesar de la enorme (y creo que creciente) distancia. Lástima que no haya ofrecido la misma recomendación a sus compañeros de viaje a Ítaca. Consejos vendo y para mí no tengo…

Las prisas han socavado los cimientos de las propias murallas independentistas, e incluso podría ser que de entre todo esto emerja algo bueno para todos. Al fin y al cabo, con la pasta que se agenció aquél plebeyo emperador, hoy todavía disfrutamos del magnífico Coliseo de Roma.

@miralles_martin

El saqueo de Jerusalén

Un castell intercultural que mira ben amunt

Diumenge 29 d’octubre va tenir lloc a la Pl. del Rellotge del Fondo el “Castell de Tothom”, una iniciativa dels Laietans de Gramenet que va aconseguir aixecar diversos castells amb una pinya d’allò més intercultural.

38 nacionalitats van coronar l’èxit de la proposta. 39 per alguns, de ben segur. No van ser poques les conyes sobre la presència de la senyera, o si la rojigualda responia a un lloc comú o a una nació veïna. Així les coses al país, era inevitable. Al calendari del Castell de Tothom se l’ha solapat una frenètica setmana de declaracions, debats parlamentaris i publicacions de matinada en el BOE. S’ha de remarcar, en aquest context, que l’activitat no s’hagi vist intoxicada en cap moment i, ens al contrari, hagi fet gala d’un exquisit fairplay aliè a qualsevol consigna no inclusiva. Tant de bo aquest esperit regís altes esferes de la vida pública catalana.

Potser per aquest bon rotllo, tot apunta a que estem davant d’una altra d’aquestes activitats que venen per quedar-s’hi. Llegat del treball col·laboratiu que transcendeix a organitzadors i coadjuvants, sobretot perquè esdevé un símbol de la capacitat de treball conjunt, i d’allò que ens uneix per damunt de la nostra diversitat. El Castell de Tohom forma ja part de la «marca» del Fondo, de la Serra d’en Mena i de Santa Coloma. Un orgull per a totes les persones que ens sentim compromesos amb el branding d’uns barris que comencen a refer la seva personalitat, fixant-se més en els seus potencials i no tant en les seves mancances.

Un actiu imprescindible d’aquesta tasca són els Laietans. De seguida s’intueix que venen a insuflar un xic d’aire fresc al panorama de la cultura popular catalana. La seva concepció oberta del que ha de ser la promoció de les tradicions representa una estratègia molt més adaptada als temps que els excessos de naftalina que havien predominat al sector. Si hom passa una estona amb ells, podrà comprovar l’ambient familiar i el compromís que els augura un futur brillant. La ciutat requereix de més associacions amb aquesta empenta. Només Santa Coloma podia engendrar un híbrid amb aquest potencial.

Sent així les coses no podíem deixar de donar suport, des del Projecte d’intervenció Comunitària Intercultural, al conjunt d’institucions i agents ciutadans que han fet possible aquest símbol. S’han deixat sentir també el voluntarisme i la complicitat de diversos professionals de diferent àrees de l’Ajuntament. Per properes edicions és repte de tots que aquestes complicitats s’explicitin oficialment en una planificació més transversal. Encara hem d’aprendre més a treballar junts pel bé comú.

IMG_20171102_171226_processed

 

Barcos de papel

Somos barcos de papel. Nuestro pliego otrora atesoró versos, susurros, pactos, promesas… vivencias, hasta allá donde nos vuelan las palabras. Serendipias secretas.

Fragmentos de todo ello adornan nuestro casco, tan frágil. Todo es frágil, pero flota. Sólo el marinero avezado descifra en cada doblez la moraleja que corresponde a un relato que cabe en un capítulo, pero explica inmensidades. Surcamos la corriente pensando que capitaneamos la nave. Ilusos. Imaginamos que influimos en la velocidad, escalas o destino. Nuestro astrolabio toma por estrellas  el brillo de tus ojos, ese fulgor indescifrable entre la miel y el mar. En tu mirada siempre cupo un océano. Queremos ver, en el universo segregado, no se qué alineación de los astros.

Riela la luna en ese lugar privilegiado entre ríos, ése que nos hicimos a medida. Ponemos así proa al itinerario incierto. Aprovechamos la marea, la vida mundana, los balnearios. El reflejo de nuestros deseos deja un tenue olor de jazmines en la almohada. Escribo en tu espalda que todo es posible. Dibujo mapas de poder para rondar por ahí, para rondarte como nadie.

Recuerdos que saturan el oleaje, que suturan los rotos cotidianos. Efímeras corrientes que ponen pulso a nuestro viaje. Brisas que rompen la quietud de las aguas, exaltando brillos dispersos y aleatorios que parecen escapar en la superficie.

Y así nos empapamos de pura vida hasta que las fibras y la tinta se disuelven, se hacen uno. Entonces somos río, y nuestra historia eterna.

 

IMG_20170606_094116_processed

Te bloqueo (y hago mi mundo más pequeño)

La mejor metáfora sobre la blogosfera a mi juicio la emitía Rogelio Bernal hace más de 10 años: una inmensa sala llena de espejos, por lo que mires donde mires siempre ves a la misma gente, aunque parece que hay mucha. Y la sala parece mucho más grande de lo que es… Bien, hagamos extensiva esta provocadora imagen al conjunto de las redes sociales.

En efecto, generamos microuniversos rodeados de amigos virtuales y seguidores. Los algoritmos ya se encargan diligentemente de que veamos sólo a personas con las que interactuamos, o tenemos una mayor afinidad. Lo que decimos es aplaudido por nuestro entorno acomodado y eso nos provoca una placentera experiencia, con la palurda sensación de que el mundo nos mira y nos admira.

El caso es que últimamente hemos podido observar, al hilo de cualquier acontecimiento, que hay usuarios que deciden “bloquear” o eliminar contactos y seguidores que hayan tenido una respuesta que no cuadra con su esquema de valores. Así, expresiones como “hoy he borrado a 4 fachas de mi lista de amigos” o “¿comentario machista? Pum! Bloqueado”, se han generalizado, expresando limpiezas deontológicas en las redes sociales. Estas razzias son efectivas para homogeneizar aún más el espectro de personas con las que nos relacionamos y el tipo de opiniones que leemos. Proporcionan pues un doble placer: todo es más acorde con nuestra manera de pensar (el mundo y yo estamos de acuerdo) y… de manera más perversa, permite ejercer el poder… sí, el poder de borrar del mundo, en este caso de nuestro mundo virtual, aquello que nos parece malo y deleznable. Onán y Narciso se dan la mano. Siendo así las cosas no extraña demasiado cuando el personal abducido por el poder hipnótico de las redes se despierta una mañana con un acontecimiento o resultado electoral, que va en contra de lo que “su” espacio de relación virtual parece que dicta. Disrupción en el paisaje prefabricado. Estupefacción. Una mirada perdida, teléfono en mano. El abismo existencial que tienen todos los despertares.

Porque aquí viene la mala noticia para los maniqueos: el mundo sigue siendo como es, y las redes sociales reflejo de ese mundo. Siempre habrá una vía de agua que nos enturbie el panorama acolchado que nos hemos querido fabricar. Y lo más increíble: es mejor y mucho más interesante así. La vida es maravillosa con sus trampas y sus desgracias, así como el mundo es mucho más incentivador con buenos y malos (porque ni unos son tan buenos ni los otros tan malos), con fachas y pringaos… No sólo porque así ves lo que piensa “el enemigo”, sino porque en ocasiones otra manera de ver las cosas, otro enfoque, te arrea un toque en mitad de la mollera que abre sendas y perspectivas inauditas. La diversidad tiene un empuje transformador.

Los que hemos tenido la suerte de pasar por instancias socializadoras que te obligan a relacionarte con gente diversa, con la cual no hubieses coincidido seguramente en la vida, nos hemos podido enriquecer con relaciones insospechadas y encuentros improbables.  Compañeros de trabajo, madres y padres de la escuela de nuestros hijos, por ejemplo, con los que a priori tienes poco en común, pero que acaban siendo amigos de esos escasos y atorrantes, a los que cantaba Serrat.  Entornos heterogéneos que evolucionan al margen de nuestra miope voluntad, que nos dibujan nuevos matices, que nos alimentan el alma.

Si hubiese borrado de mi agenda a todo aquél que ha hecho un comentario inapropiado, me hubiese perdido fecundas lecciones de historia, visiones poéticas del mundo, laberintos iniciáticos, consejos profundos soltados sin ton ni son… Si hubiese hecho mi mundo más pequeño, podría no haberte conocido a ti, sí a ti, y habría sido una lástima…

bloqueo

Dempeus davant del mar

Mentre escric això el Mediterrani porta encara una remor trista. Un xapapote dens sembla acompanyar-lo. Les seves aigües han unit tants pobles al llarg de la història, ens ha portat tantes coses a les nostres costes, i ens ha dut tant lluny… Aquest ancià venerable mil·lenari, que s’ha acostumat a contracor a engolir centenars de víctimes que proven de travessar-lo a la caça d’un somni, dirigeix la mirada a la seva estimada Barcelona i plora escumes de malenconia. Les delicades restes d’una onada acaronen tímidament els meus peus i es retiren. Dempeus, sí. Restem dempeus davant del mar.

Aquestes situacions treuen el millor i el pitjor de tots nosaltres. Serveixen i molt per destriar el gra de la palla. Des d’aquí retre un humil homenatge a aquells que han estat a l’alçada de les circumstàncies. S’ha parlat, i molt, del bon paper dels agents de les diverses policies, especialment dels Mossos. S’ha parlat una mica menys de la coordinació dels serveis d’informació, que ha funcionat per tal de bastir els operatius necessaris a la captura dels assassins. També de molts i molts professionals que han posat el seu esforç per superar el caos: taxistes, metges, periodistes, hostelers… No s’ha parlat gens, i crec que toca, d’aquells polítics i polítiques de diversos partits que ens han deixat un bon exemple de responsabilitat, seny, alçada de mires i sentit d’estat. Qualitats no gens visibles en el dia a dia, engolides pel succedani de política al que ens hem acostumat. Alcaldes i alcaldesses, alts càrrecs de la Generalitat i del Govern de l’Estat, comandaments policials, veus reconegudes al llarg de tot l’espectre ideològic que han sapigut deixar de banda el combat partidista, que no han volgut treure avantatge dels bocamolls del bàndol contrari, que els ha costat agafar el son. Aquells que han pensat les operacions i desplegaments de recursos necessaris en aquests dramàtics moments, els que ja estan dissenyant el que farem a partir del setembre. Els que han dit: “ara millor no dir res, l’important és l’important”. Són els i les imprescindibles.

El món es divideix, però, entre els que busquen solucions, o els que generen problemes. D’aquests darrers n’hem tingut un fart. Fatxendes, pseudo intel·lectuals preufetaires, agents vils de la difamació i la manipulació. Gent de galtes molt dures que ràpidament ha assenyalat al rival polític amb el que ha dit o el que ha deixat de dir, analitzant les paraules per si hi ha algun retret, alguna errada inesperada que utilitzar com a munició. Malgrat que es tingui raó l’avantatge que es pot recollir amb aquest miserable estira i arronsa és exactament això: misèria. Una cacera absurda del hooligan contrari, per empalar-lo a les xarxes i satisfer els propis hooligans, i així. Llençar-se els morts a la cara per continuar l’absurda guerra de banderetes. La merda més gran del món.

No puc estar-me de citar expressament, per la seva elevada responsabilitat institucional, el president Rajoy. El gest de no convocar els responsables de seguretat de la Generalitat a la reunió de coordinació a la Delegació del Govern, tot just aterrar a Barcelona, el degrada una mica més com a polític i com a persona. Abans de la seva arribada, amb el president Puigdemont al davant totes les administracions i cossos de policia havien estat asseguts a la mateixa taula. De fet el treball conjunt ha continuat malgrat aquest menyspreu, però prenem bona nota d’allò que no pot fer el president de tots els espanyols, inclossos tots els catalans, en hores tan greus com les que travessem. Que el temps engoleixi la infàmia del seu quefer.

Les batalletes d’ahir semblen encara més petites. La guerra de veritat, la guerra contra l’odi, està ja present als nostres barris. Allà posarem la trinxera. Caldrà més unió, cooperació i fraternitat que mai. Prenem alè, mentrestant, dempeus davant del mar.

OLYMPUS DIGITAL CAMERA

 

 

 

 

 

 

Hay que matar a Homer: Modelos positivos de masculinidad

¿Sabéis cuántas veces he pasado por delante de una tienda de ropa para niños y me he parado por si encontraba una oferta interesante para mis peques? Exacto: ninguna. Empiezo así por dejar claro que quien escribe no sobrevuela alegremente el limbo de las buenas intenciones. No puedo ponerme estupendo, vamos.

Como en otras cuestiones, en las relaciones de género soy más partidario de la equidad que de la igualdad. “Entre todos lo haremos todo” suele ser mentira directamente, o es la antesala de un lío descomunal. Así pasa en cualquier tipo de organización, y la familiar no es ajena a tal principio. De lo que se trata es de cómo repartimos el juego, sabiendo que no siempre, ni en todos los aspectos, este reparto puede hacerse al 50%. Juegan las habilidades y disponibilidades de cada uno, los simbolismos y las ganas. El resultado final, tomado en perspectiva, es lo que debe ser armónico…. Porque de lo contrario condicionará en negativo los biorritmos y el desarrollo de los participantes en otros ámbitos de su vida. Muchas madres os pueden explicar lo que significa definirse únicamente en su rol cuidador, dificultando algo tan necesario y tan “normal” como tener aficiones que otorguen fuentes alternativas de auto-estima, de valoración y de contactos sociales, y permitan a veces utilizar y desarrollar nuevas competencias o simplemente airearse.

La distribución de cargas y tareas forman parte de ese entramado más complejo que cimenta la convivencia. Y ésta no es estática, sino fruto de una negociación constante, más o menos explícita según el caso, en la que paradójicamente algunos aspectos se van enquistando con el tiempo y dándose por hechos. Así, encontramos aberrantes desequilibrios en la distribución de las labores asociadas con la crianza de los hijos o la logística familiar.

“A mediados del siglo XX, los hombres se definían principalmente en relación con su trabajo profesional, y las mujeres, confinadas en el espacio doméstico, se definían y eran definidas por su rol doméstico, incluso cuando también ejercían una actividad profesional.”(1)

A pesar de las pequeñas evoluciones observadas, la articulación de la vida profesional y familiar evidencia una desventaja de las mujeres, confirmando la persistencia de la atribución prioritaria del trabajo reproductivo a las mujeres y del trabajo profesional a los hombres. Tales desequilibrios generan territorios ajenos y hostiles a quien decide que le son extraños. En parte voluntariamente muchos padres se quedan fuera de juego, mientras observamos mujeres con sendas responsabilidades profesionales, que portan sobre sus espaldas también el peso de la cotidianeidad.

El problema no está en los trogloditas, ni en las mujeres soberanamente machistas, que siempre estarán ahí. El problema radica en la masa de hombres aparentemente concienciados, pero que todavía no hemos reclamado nuestra identidad, a través de modelos positivos de masculinidad vinculados a aspectos como la logística familiar y la crianza de los hijos. Tardamos en reclamar la importancia de la implicación de los padres en el cuidado de los niños; la búsqueda de una mayor presencia activa durante los primeros años. Tardamos en hacer propias las reivindicaciones sobre las dificultades de conciliación de la vida familiar y la laboral tras el nacimiento de un nuevo hijo. Tardamos ya en afirmar la voluntad de dar forma a un modelo de paternidad diferente.

Porque a la que nos descuidamos estamos haciendo el Homer Simpson. Al fin y al cabo, el modelo más extendido de masculinidad en medios y redes es el de una quasi persona, inútil en la gestión de los sentimientos, superada por cualquier cuestión vinculada con la crianza, enganchada a sillón y mando, que sólo es feliz en una barbacoa dándoselas patéticamente de espalda plateada, cerveza en mano, alardeando de unos arrestos que no demuestra. Ese es el modelo de masculinidad imperante, el que nos venden día sí y día también en las comedias televisivas. Nos marca la línea a superar. Y es evidente que el trayecto sólo es posible si viene convenientemente balizado, primero, por nuestra propia voluntad de ensanchar nuestros horizontes. También por parejas, compañeras y compañeros, que permitan escaramuzas en terrenos que hasta ahora nos habían resultado extraños, sin que estos parezcan hostiles.

La geografía de estos terrenos a conquistar se compone de espacios simbólicos que están ocupados o han sido atribuidos de forma preferente a las mujeres, de manera permanente o en función de la hora del día. En nuestros barrios, los espacios destinados a los niños (parque infantil, AMPAs, entrada o salida de las escuelas…) se encuentran abrumadoramente feminizados. Algunos padres encuentran dificultades para relacionarse con grupos y redes de madres en la escuela o en el barrio, una especie de  resistencia de algunas mujeres a la presencia de hombres en sus grupos. La presencia de un hombre en según qué tiendas, en función de los productos en venta o del momento del día, solo o con sus hijos, puede resultar todavía hoy chocante. La configuración sexual de los espacios públicos, haciéndose de los espacios dedicados al cuidado de los niños espacios femeninos, como por ejemplo, la disposición de los cambiadores en baños para mujeres, permite reafirmar las normas de género. Algunos profesionales en el sector de la infancia (enfermería, profesores, pediatras) siguen considerando a la madre como persona de referencia…

En casa se sigue confundiendo a papá con Homer, poniendo en cuestión la capacidad  para cuidar correctamente a los niños y para realizar el trabajo doméstico. De ahí esa sensación de estar sometidos a pruebas donde deben demostrar no sé qué. Estas circunstancias exponen a los hombres a una falta de legitimidad y de valoración social para desajustar el modelo imperante, para construir una imagen positiva de la paternidad activa y de su implicación familiar. Y esto resulta a la vez causa y consecuencia de la persistencia de desigualdades en el ámbito de la articulación del trabajo y la familia.

Debemos pertrecharnos para conquistar territorios que nunca debieron sernos ajenos. Hay quien dirá que esa avanzadilla la debemos hacer solos, y no falta razón, pero para descifrar nuevas geografías de cambio hacen falta las claves. La llave se esconde, una vez más, bajo la almohada de la reina. Una sociedad que arrastra absurdos planteamientos de género nos ha formateado, y esa realidad no debe obviarse. Se dibuja un desafío: pensar en uno mismo (y por uno mismo) y construir una representación subjetiva de la identidad masculina positiva, vinculada fuertemente a la paternidad. Una ocasión para aprender y aprehender nuevos espacios. De lo contrario se puede dar la circunstancia de que los niños crezcan y alguno se haya perdido la fiesta.

Homer

(1) Merla, L. «No trabajo y me siento bien»: Cambios en la división sexual del trabajo y dinámicas identitarias de padres en casa en Bélgica. Cuadernos de Relaciones Laborales. 2006, 24, núm. 2 111-127

@Miralles_Martin

Inclinados sobre el borde

“Mientras el espíritu calla en el mundo inmóvil de sus esperanzas, todo se refleja y se ordena en la unidad de su nostalgia”. Albert Camus, El mito de Sísifo.

Los guionistas son unos cachondos. Los míos en ocasiones beben. Yo incluso creo que a hurtadillas pasan a otro tipo de consumo más psicotrópico. En realidad siempre están a la altura, aunque para mi gusto a veces parezca se les va la mano, y enreden la vida a niveles de vodevil. Por eso me resulta familiar la imagen de rebuscar entre los escombros tras un terremoto.

Los guionistas nos ponen trampas, situaciones que rompen el bucle, que se escapan del patrón que, ingenuamente, pretendíamos controlar. Es el punto de inflexión de la montaña rusa. Un momento de silencio y reposo, de densidad infinita, previo a la caída.

Cuando todo es un sucedáneo, un placebo, iniciamos una suerte de exilio, un retiro a los confines de los sentimientos, al borde mismo del universo de nuestros pensamientos. Allí los vemos caer en cascada, absortos.  Se derrumban los decorados y se produce un despertar definitivo. Nuestro mundo se muestra con una imagen turbia y extraña de colinas espesas en las que Sísifo se pierde remontando de nuevo su roca. Dice Bauman que “para que podamos conocerlas de verdad, las cosas aparentemente familiares primero deben volverse extrañas”. Entonces nos instalamos en el campamento base después de haber coronado las cimas, después de haber sondeado las simas… No se puede conquistar el cielo si no has bajado a dar una vuelta por el infierno.

Todo esto nos pasa porque a veces los sentimientos son tan grandes que segregan un universo propio. No es posible fintarlos. La melancolía deja de ser persuasiva. Y es sólo en el momento inicial de la caída, cuando se nos sube la boca del estómago, que intuimos el principio único que perfila todos los fenómenos. Ahí ganamos el aplomo para inclinarnos sobre el remolino y mantener nuestra verticalidad.

Recogemos la madeja de Ariadna, cruzamos el espejo. Vuelve el Fénix, dispuesto a aprender de nuevo a ver, a estar atento. Tanto dislate tenía que tener un sentido.

Después de muchas vueltas, empezamos a apreciar una silueta de verdad: querer requiere de actitud guerrera. Porque implica desafiar todos los asaltos, remover las paradojas, dilatar el corazón en  el  crepúsculo. Sólo así se iluminan las angosturas del laberinto. Por eso no es bueno arrepentirse, siempre que haya sido el corazón el que haya ganado la batalla a la cabeza, amando por encima de nuestras posibilidades. Que para hacer las cosas como todo el mundo ya está todo el mundo, caramba. Con pies de plomo se va tranquilo por la vida, pero es más difícil bailar.

Y así damos valor a esas pequeñas cosas que, como decía Serrat, hacen que lloremos cuando nadie los ve. Sin olvidar aquellas, no menos importantes, que nos sacan una furtiva sonrisa de medio lado en la intimidad. Hay una victoria en cada gesto.M_Rusa

La espera y la ocasión

PatinetLa gente corre tanto

porque no sabe dónde va,

el que sabe dónde va,

va despacio,

para paladear

el ir llegando.

Gloria Fuertes

A veces sabes sin mirar el reloj la hora que es. Y es la hora de esperar. Con el tiempo aprendemos que hay maravillas que sólo se acercan en patinete, sin prisa. Reconocemos entonces la espera como un lugar donde estar. Un lugar familiar, donde cortar pan y tomate y comerse las prisas con las mismas ganas con las que ayer las cabalgamos.

Esperar es como recitar. Tiene el poder de parar la vida. Hace brillar bajo la luna ocultas cerraduras. Localiza, en su aparente vacío, lugares remotos y secretos. Tiende un lienzo entre la realidad y lo esperado, donde la imaginación crea nuevos mundos, universos paralelos.

Esperar es simplemente otear el horizonte hasta que alguien nos susurra: “las condiciones son favorables”. Entonces puedes quemar los planos, ya no hay que provocar los acontecimientos. Caen por su propio peso. Quien espera como Dios manda sabe que hay cosas que en realidad ya han acontecido… sólo deben materializarse, aunque sólo lo harán a su debido tiempo.

No nos enseñan a esperar, porque bien saben que entonces seríamos nosotros los sabios. Nos pretenden pertrechar con un ego superlativo (una personalidad fuerte, dicen), que genere una buena cantidad de deseos a satisfacer con la máxima celeridad. Por si tenías un momento de paz, esperando un metro, ya se encargan de ponerte una bonita cuenta atrás, adornada con unos cuantos vídeos promocionales, no sea que pienses… o peor, que medites. Lo queremos todo y lo queremos ya. Nos volvemos indigentes, adictos, afanándonos en todas direcciones presos de la ansiedad. Nos alejamos de la luz y del sosiego. Gollum asoma detrás de nuestra sombra, ufano de “su” tesoro.

Entonces, ¿esperar es no hacer nada? En absoluto. No se trata de esperar sin modelo, ni a lo que salga. Más bien la cosa va de obedecer un mandato: estar alerta, agudizar los sentidos… Buscar el recogimiento para luego alcanzar la máxima energía expansiva. Esa tensión nos indica que la espera no es ya sólo espera, sino acecho. Se adorna el momento, se vuelve infinito. Como felinos, absortos de un sutil aleteo entre bambalinas que emite una señal imperceptible. Ha llegado la hora. Se sitúa en ese no-instante entre el “todavía no” y el “ya no”. Seduce a kairós, la ocasión. Recordemos que por algo la pintan calva por el cogote… porque si pasa de largo es imposible agarrarla por el pelo. A por ella.